El burnout estudiantil, cada vez más común por las altas exigencias, afecta la salud mental, sobre todo hacia el fin del año académico.
El ser humano, por default, responde a ciclos. Ciclos de vida, ciclos circadianos, ciclos naturales, ciclos de rutinas y, por qué no, ciclos de estudio. La actualidad con todas sus demandas diarias, con las presiones laborales y personales y en efecto, la vida en sí, nos hacen a veces perder noción de que estos ciclos se desarrollan y, a la vez, que pueden subdividirse en distintas etapas. Resulta necesario definir lo que un ciclo estudiantil abarca:
El término ciclo (..)se refiere a un período de tiempo que abarca la trayectoria completa de un estudiante a lo largo de su proceso de aprendizaje, desde el inicio de su educación formal hasta la finalización de un nivel educativo específico.
Esta definición nos presenta un límite dentro del ciclo, que es la finalización de un nivel educativo específico. Delimitarlo no solo lo hace realizable en términos de capacidad sino que también nos produce una sensación de querer alcanzar dicho ‘final’ - ya que justamente, el ciclo deviene en su culminación. La ansiedad y el interés por finalizar, a medida que se acercan los últimos meses del año (que suelen coincidir muchas veces con el fin del ciclo lectivo) terminan convergiendo en un cansancio de los estudiantes que se vuelve más evidente y el agotamiento acumulado a lo largo de los meses comienza a verse reflejado. Durante estos meses, además, las demandas académicas suelen intensificarse: tareas, exámenes finales, proyectos; y la presión por cumplir con las expectativas educativas se mezcla con el cansancio físico y mental. Este contexto puede generar una sensación de sobrecarga, donde los estudiantes experimentan dificultad para concentrarse, falta de motivación y una creciente sensación de desaliento. La acumulación de tareas y la cercanía de los plazos finales pueden generar una sensación de que el esfuerzo, así como la posibilidad de culminar un ciclo, es interminable, lo que lleva a muchos estudiantes a experimentar el tan llamado burnout estudiantil.
¿Qué es el Burnout estudiantil?
El burnout estudiantil es un fenómeno cada vez más común en el ámbito académico, especialmente en un contexto donde las exigencias laborales, académicas y sociales parecen haberse intensificado. Diversos estudios demuestran que este agotamiento emocional, físico y mental podría afectar a estudiantes de diversas edades, provocando síntomas como estrés. Aunque podría manifestarse en cualquier momento del año, el burnout suele evidenciarse con mayor intensidad hacia fin del año académico, cuando las expectativas para finalizar el ciclo lectivo se vuelven abrumadoras. Este agotamiento no solo impacta la vida académica, sino también la salud mental y emocional de los y las estudiantes, generando consecuencias a largo plazo que pueden interferir en su bienestar general.
¿Cómo pueden las/los docentes contribuir a prevenirlo?
Desde Nulinga, creemos que los y las docentes pueden ayudar a mermar la sensación de burnout mediante la implementación de estrategias que promuevan un ambiente de aprendizaje equilibrado y flexible.
En primer lugar, es esencial que los y las docentes fomenten una gestión del tiempo efectiva, evitando la sobrecarga de tareas y promoviendo una planificación que permita a los y las estudiantes organizarse sin sentirse abrumados. La carga académica debería ser equilibrada, ofreciendo tiempos adecuados para el estudio y la reflexión.
Por otra parte, es importante que los y las docentes reconozcan los logros de los estudiantes, no solo en términos académicos, sino también por su esfuerzo y dedicación, lo que contribuiría a mantener alta la motivación y el bienestar general. Nuestro rol docente debería adoptar, además, una mirada y enfoque empáticos: si bien la responsabilidad del acto pedagógico recae en ambas partes, desde nuestro lado podemos ofrecer la escucha, la palabra, las adaptaciones.
Finalmente, y como adelantamos previamente, flexibilizar la tarea docente podría ser una estrategia clave para prevenir el burnout estudiantil, ya que permitiría adaptar las exigencias académicas a las necesidades individuales de los estudiantes, reduciendo así la presión y el estrés que podrían haberse acumulado a lo largo del año. Esta flexibilidad en la tarea implica una serie de enfoques prácticos que favorezcan tanto el bienestar emocional como el rendimiento académico.
Tips y herramientas para flexibilizar la tarea docente
En Nulinga, el hecho de tener niveles con nueve unidades cada uno, dentro de las cuales existen cinco lecciones y cada una posee un formato que se reitera a lo largo de las unidades, nos permite ser más objetivos respecto a qué actividades modificar/adaptar. Proponemos a continuación algunas adaptaciones, a modo de ejemplo, que pueden ayudar a flexibilizar la tarea y, de este modo, contribuir a mitigar la posible sensación de burnout:
- Debatir algún texto o recurso audiovisual más lúdico (del estilo debate sobre películas o reseña de libros)
- Seleccionar algún contenido visto (gramática, vocabulario, fonética, etc) y crear algún juego o tarjetas con preguntas disparadorassobre ello para debatir
- Agregar una o dos lecciones en donde el foco no sea dar una clase bajo la perspectiva de negocios
- Reversionar alguna actividad utilizando IA
En síntesis, es menester destacar que los ciclos educativos son procesos que implican momentos de esfuerzo, aprendizaje y, a menudo, agotamiento. En muchas ocasiones, la sensación de burnout en los y las estudiantes hacia el final de éstos ciclos podría presentarse aún cuando se lleven a cabo prácticas y estrategias que busquen mitigarla. Sin embargo, como docentes, resulta imprescindible reconocer su existencia y poder tener las herramientas necesarias para actuar sobre ello.
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