
Maquillar una vacante puede parecer inofensivo, pero sale caro cuando las expectativas no coinciden con la realidad.
Trabajo “híbrido” con solo un día remoto a la semana. Vacante “freelance o por contrato”, pero con exigencia de presencia física diaria. “Salario competitivo” que, en la práctica, está por debajo del promedio del mercado. Estas son solo algunas de las descripciones de puestos que, lejos de atraer talento, terminan alejando justamente a los perfiles que las empresas más quisieran sumar a sus equipos. No es casualidad: generan desconfianza, rompen expectativas y crean una brecha entre lo que se promete y lo que realmente se ofrece.
Hoy el proceso de reclutamiento empieza mucho antes de la entrevista: en el “job description”. La forma en que se comunica una oportunidad dice mucho sobre la cultura de la empresa, su nivel de transparencia y cuánto valora a quien está del otro lado: leyendo, evaluando y decidiendo dónde invertir su tiempo y energía.
Ya habíamos abordado anteriormente en el blog el tema de las mentiras que a veces los candidatos incluyen en sus CVs, pero lo cierto es que del lado de las empresas esto también ocurre con frecuencia. Es común encontrar descripciones vagas, genéricas o maquilladas. Muchas organizaciones recurren a este tipo de redacción por la misma razón que los candidatos “creativos”: quieren parecer más atractivas. Términos como “flexibilidad”, “ambiente innovador” o “salario competitivo” se usan casi como anzuelos, con la esperanza de atraer más postulaciones y ganar tiempo. Pero cuando la realidad no coincide con el discurso, lo que podría haber sido una ventaja se transforma en un problema.
El costo de la falta de claridad en las descripciones de puestos
Maquillar una vacante es intentar resolver un problema de marca empleadora con palabras bonitas. Y eso no funciona. El uso indiscriminado de términos ambiguos no solo debilita la confianza del candidato, sino que también desgasta todo el proceso de selección.
Usar “modelo híbrido” para una posición que requiere presencia cuatro veces por semana no es solo impreciso, es una ruptura de expectativas. Lo mismo ocurre con vacantes por contrato que incluyen responsabilidades propias de un empleo en relación de dependencia, o con ofertas que omiten información clave sobre la remuneración esperando que el candidato la “descubra más adelante”.
Hoy, los profesionales calificados tienen cada vez menos paciencia para las vacantes que prometen más de lo que ofrecen. Las descripciones poco claras terminan generando el efecto contrario al que se busca: en lugar de atraer, ahuyentan a los mejores perfiles, justamente porque son los que detectan más rápido cuando algo no encaja.
Cuando el candidato se da cuenta de que la vacante no era lo que parecía
La sensación de haber sido mal informado puede aparecer en distintas etapas del proceso de selección, y en todas impacta negativamente en la reputación de la empresa y en el éxito de la contratación:
Durante la entrevista
Muchas veces, las primeras inconsistencias ya aparecen en la conversación con el área de RR. HH. o con la persona responsable. El candidato descubre que el famoso “modelo híbrido” en realidad implica ir a la oficina cuatro veces por semana. O que el supuesto “ambiente colaborativo” es, en realidad, un equipo desorganizado, sin procesos claros, donde cada quien hace lo que puede.
El tono cambia, el discurso ya no coincide con la oferta publicada, y la desconfianza se instala. El candidato puede abandonar el proceso en ese momento, o continuar, pero con dudas.
Al recibir la propuesta formal
Cuando la empresa finalmente presenta el paquete de contratación, es cuando las promesas se ponen a prueba. En ese momento, muchos descubren que el tipo de contrato es distinto al anunciado, que los beneficios son mínimos o que el salario está por debajo del mercado.
El problema no es solo la oferta en sí, sino la incoherencia entre lo comunicado y lo ofrecido. Algunos candidatos rechazan por sentirse engañados, mientras que otros aceptan por necesidad, pero sin motivación.
Después de haber empezado a trabajar
Este es el escenario más crítico. Y costoso. La persona comienza con altas expectativas y se encuentra con una realidad que no tiene nada que ver con lo que se prometió: la cultura no coincide, el día a día es caótico, el proceso de onboarding es confuso, y los valores que se destacaban en la vacante brillan por su ausencia.
El resultado: frustración, pérdida de confianza, bajo compromiso y, en muchos casos, una salida anticipada. Todo eso representa un alto costo de tiempo, dinero y energía para todos los involucrados.
La transparencia no espanta: atrae
A la hora de comunicar una vacante, ser transparente no significa perder candidatos, sino atraer a quienes realmente encajan con la propuesta y con lo que la empresa puede ofrecer.
Si el puesto es presencial, comunícalo claramente. Si el salario está por debajo del promedio, sé honesto y muéstrales qué otras cosas pueden compensar esa diferencia: un buen clima laboral, oportunidades de crecimiento o una cultura de liderazgo cercana. Lo que aleja no es la realidad en sí, sino el intento de disfrazarla.
Al final del día, las personas no buscan solo un trabajo. Buscan claridad, coherencia y respeto. Y la descripción del puesto es el primer punto de contacto. Cuanto más honesta y alineada con la realidad sea, mayores las chances de construir relaciones genuinas y duraderas.